En las frías calles de París, por la noche, una peculiar pareja pasea desde un bar de la ciudad hasta su casa, padre e hijo, con un objeto planteado, ganar dinero y hacerse famosos, con el gran don musical del niño prodigio, lo llamaban el joven Mozart, una habilidad innata que desde las primeras etapas de su vida, y a sus escasos 7 años, Patrick Frederick, se convirtió, en un maestro de la música. Nacido de una familia pobre, se ha visto a la tarea de tocar su repertorio en un bar de la ciudad, la cual a ganado fama de la noche a la mañana, desde que se corrió la voz de las presentaciones del artista escolar, varios meses atrás, desde que se conociera una enfermedad a su madre, Patrick se vio en la necesidad de ayudar a los gastos del costoso tratamiento de su progenitora, dando funciones a altas horas de la noche, por unas cuantos euros, las noches se hacían largas y los días grises. Su padre había conseguido ese lugar tras un anuncio en el periódico Le Monde, y luego de par de conversaciones con el dueño del local, decidieron el acuerdo.
La fama subía como la espuma, tal era esta que había asistido a varios programas de radio y television meses posteriores. El muchacho dominaba las teclas del piano, como si formara parte de su sistema nervioso, tocaba el saxofon como si sus pulmones emitieran sonidos por si solos, y la intensidad con la que esparcía el sonido dejado atrás por las cuerdas de su violín , se introducía en tus oídos de manera sutil y armónica, sintiéndote en un ambiente celestial, era un músico polifacetico, dominaba a la perfeccion obras clasicas, contemporaneas y modernas, ademas de ello autor de varias obras, pero todo aquello se entrelazaba con su deseo de vivir una vida normal, de poder tener amigos, de jugar con los niños, de no tener responsabilidades y de estudiar. Y aquellos trasnochos y desveladas comenzaban a pesar, en su corta vida, su padre algo perfeccionista y exigente, reprochaba sus escasos errores en el escenario, e indicaba la necesidad de hacerlo mejor.
Al pasar los meses su madre ya lucia recuperada, pero el cansancio y agotamiento físico y mental del joven Patrick se acumulaban, y comenzaba a hacerse preguntas. - ¿por que yo tengo que ser el sostén de la familia?, ¿por que debo sacrificarme?, -¡soy solo un niño, y quiero satisfacer mis sueños!.
Ya la pasión y el amor por la música habían pasado a un segundo plano, los trasnochos, gritos y exigencias de su padre comenzaban a obstinar al chico, una noche toco la 5ta Sinfonia Allegro Con Brio de Ludwig van Beethoven a la perfección, y su padre lo reprimió sin excusa, y ya que el joven Patrick era muy callado, su furia solo drenaba a través de su música, y esta se sentía, en la pasión con que expresaba su agonía en los sonidos que emitían aquellos instrumentos musicales en manos de el prodigio.
Aquella noche turbia del 25 de agosto, y dirigiéndose a la alcoba de su hijo para buscarlo para la presentación de su recital en el Teatro Mogador, frente a 1800 personas, el Señor Frederick, fue a llevarle un regalo a su pequeño, un esmoquin negro de alta costura, para que su bebe, luciera a la altura del espectáculo, sorpresa tal, que al entrar al cuarto, estaba una nota en la cama del joven, con una simple pero triste palabra. - ¡adiós!.
Años después se le vio al joven Patrick graduarse en la Universidad de Oxford y presentandose a finales del mes 8, frente a 2.900 personas, en el Royal Festival Hall dirigiendo la Filarmónica de Londres con tan solo 17 años.
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